
Él mismo
1935
El alma para amar ha sido creada, mas se complace en cosas pasajeras, cuando por los placeres es llamada.
Dante Alighieri
Mi vida estaba semivacía en ese momento, tenía veinte años y siempre estuve enamorada de él, quien se alejó de mí prometiéndome volver, pero nunca lo cumplió.
No me sentía tan mal hasta el momento porque algunas cosas iban bien, había logrado mi inscripción en la Universidad de Buenos Aires y tenía un trabajo estable en una oficina.
Tenía proyectos, pensaba escribir un libro que hablara sobre el voto femenino, el sueño de la mujer de formar parte de la democracia del país.
Pero todo se derrumbó en mi cabeza aquél día. Ese día y también después, ya que me costó mucho superarlo.
Antes del final, él me escribió una carta:
Querida:
He recibido tu carta, quiero contarte que aquí, en New York, las cosas están saliendo cada vez mejor.
He grabado una película llamada “Cuesta abajo”.
Debo admitir que extraño mi tierra y también mi gente, incluyéndote a ti.
Pero verás, no tenía en Argentina expectativas de progreso.
Te recomiendo que tengas mucho cuidado, ya que en este mundo de corrupciones es muy fácil caer en la tentación de dejarse llevar por la multitud.
Querida, corrijo, el mundo no tiene la culpa sino la gente que ha perdido el respeto por el otro.
Vergüenza tendrían que tener esos farsantes que llenan sus bocas de mentiras y llevan consigo bolsillos enriquecidos con traiciones.
Nunca olvides, que las ideas no se matan. Orgulloso estoy de tu amor por la libertad, ese que me hace verme reflejado en ti.
Sé siempre vos misma y todos te recordarán como quién eres.
Así me formé yo, bien sabes que sin esposa, ni familia aquí cerca, ni hijos, pero sí con vocación. Soy el zorzal criollo que de su destino hizo ser cantor.
Mi vida, llena de sorpresas, me ha dado dones. Pero nada superó al que me alimentó, mi voz.
Mi destino era el cantar y yo lo sabía desde un principio, no porque tuviera una voz melodiosa, sino porque realmente lo sentía dentro.
El tango fue la manera de defenderme de la maldad.
Soy aquél que con su madre en el Abasto se crió y se enamoró de Argentina cada vez más.
Algún día volveré, muero de ganas de verte.
Es posible que no me creas, pero honestamente lo digo, todavía no logro olvidarte.
Me alegra saber que me comprendes y sabes que me han dado el don de la voz y también el de amar, pero no el del matrimonio.
Mi profesión no me lo ha permitido nunca, aunque yo haga lo posible.
Sin embargo, me he enamorado de ti como nunca me he enamorado de nadie.
Una lágrima nostálgica está corriendo por mi mejilla. Me dirijo a Colombia en un F31. Alfredo pregunta qué me pasa y le respondo que lloro de alegría, porque me di cuenta a tiempo de que siempre fuiste mi verdadero amor.
Prometo buscarte cuando vuelva y me comprometo a intentarlo.
Con amor, Carlos.
He conocido ese hombre, hombre sabio y talentoso. Él me ha escrito esta carta, la que no pudo darme en mano, por el contrario, me la ha dado un amigo que teníamos en común. El 24 de junio de 1935 me la escribió.
Un momento más tarde de haber escrito la carta, Carlos, mi único verdadero amor, tuvo un accidente aéreo que le costó la vida.
Murió, se llevó consigo todas mis alegrías y a cambio me dejó un constante sentimiento de añoranza.
Desde ese momento he pensado en él y eso ha producido el retraso de mi recuperación emocional.
Sin duda sigo extrañándolo y creyendo que algún día volverá, quizá cantando “El día en que me quieras”.
Hoy, soy una persona más de todas aquellas que visitan el Cementerio de la Chacarita y colocan un cigarrillo encendido en la mano de su estatua de bronce.
Lo admiro y lo recuerdo como él quería que lo recordara: como él mismo.